Hola, amigos, el tema de hoy es: Éxito y Felicidad. Y la primera interrogante que debemos hacernos es: ¿El Éxito conduce a la felicidad o más bien, esta conduce al éxito?
Somos cerca de 8 mil millones de seres humanos sobre el planeta y sin embargo sería muy difícil encontrar dos vivencias o interpretaciones exactamente idénticas sobre el tema del éxito y la felicidad; somos distintos debido no solo a procesos genéticos evolutivos; sino también en relación con cada una de las percepciones, experiencias y proyecciones mentales de nuestros cerebros diferenciados morfológica y fisiológicamente por procesos evolutivos de desarrollo humano.
Siendo todos herederos de un único árbol genealógico, casi como una familia viviendo en el mismo planeta y teniendo afinidad general como “Homo Sapiens”; es tan asombroso como cierto que el resultante de nuestro pensamiento y por ende de nuestras acciones, resulta ser sustancial y ampliamente diferente.
Ahora bien, tan indiscutible como nuestra amplia diferenciación, se erige el hecho de la similaridad en el proceso humano de la capacidad de razonar, conceptualizar o mejor expresar el libre albedrío. ¿Es esta particular diferencia una resultante sólo evolutiva o también como piensan los más espirituales, es más bien una razón obvia de algún tipo de intervención divina? La verdad pienso que cualquiera sea nuestra postura existencial, lo realmente cierto es que no existe en la historia de la humanidad ningún ejemplo de “éxito” o “felicidad” que no esté relacionado con los demás.
Los otros, los demás, entonces agregan contenido a nuestro ser, y le confieren una especial connotación al éxito en nuestras vidas, no porque yuxtapuestos caminan al lado de nosotros, ni por la cuasi genética condición social del ser humano, sino más bien porque nos aportan valor sumando un profundo sentido a nuestra existencia.
Si revisamos la historia encontramos ejemplos como el de Halley que animó a Newton a actuar en su sueño y agregó incalculable importancia a su vida; el científico, empezó a recoger casi de inmediato las recompensas de la prominencia mientras la persona que lo motivó poco o casi ningún crédito; ahora bien, también sabemos que para Halley fue una gran satisfacción el saber que había inspirado ideas revolucionarias en el avance del pensamiento científico a través de Newton.
Contrario al slogan que adosa obligadamente el éxito al dinero, encontramos cientos de casos en el mundo que como el de Muhammad Yunus generando desarrollo y felicidad con créditos a través de su Grameen bank, la Madre Teresa de Calcuta con su acción comunitaria en favor de los más desposeídos, Scott Harrison llevando agua potable a muchos lugares del planeta o Bunker Roy creando y difundiendo proyectos que siguen alumbrando con energía solar la vida de miles de hogares; estos ejemplos y muchos otros, nos demuestran que hay todo un mundo de éxito en ayudar a impactar vidas y contribuir al proceso de transformación de los otros.
Algunos lustros de existencia me han permitido ver y compartir con muchas personas catalogadas como exitosas por nuestras sociedades; e independientemente de las culturas, los idiomas o su propia idiosincrasia; créanme que en la mayoría de los casos he encontrado un común denominador que como sello de garantía nos ha hablado del éxito en sus vidas; y me refiero a sus metas claras y bien dirigidas, a sus propósitos precisos y perfectamente orientados, al deseo de crecer en conjunto y con los otros elevando y ayudando a desarrollar sus potenciales personales y también de otro lado a una actitud y trabajo permanente que cual sembrador, cree profundamente en el proceso de transformación del ser humano en los demás.
Entre el 2015 y el 2017 estuve en la sierra peruana trabajando con comunidades quechuas de origen inca y recuerdo especialmente a una anciana que solo hablaba su lengua materna quechua; aun sabiendo que nuestras actividades serían en idioma español ella participaba en nuestros cursos de emprendimiento. Conversando con ella me contó que tenía 40 años preparando y vendiendo sopa de cordero en su pequeño pueblo y que de esa forma había logrado graduar en la universidad a todos sus cinco hijos. Recuerdo haber quedado atónito con el gran ejemplo de esta emprendedora que sacrificó toda su vida para hacer feliz a sus hijos y que al contarme su historia me transmitía una profunda sensación de felicidad por su logro. Ella no solo se sentía exitosa por haberlo logrado sino que estaba feliz por el resultado de su esfuerzo y aun a sus 76 años quería seguir aprendiendo sobre temas de emprendimiento.
Todo este recorrido pareciera indicarnos con visos de claridad que ni el éxito ni la felicidad son un destino o un lugar de llegada; y que de esta manera tu y yo hemos de dibujarlos y escudriñadamente encontrarlos en el viaje que decidamos emprender cada uno en nuestras vidas. Y al mismo tiempo nos recuerda sobre la tan repetida frase “El hombre es social por naturaleza”, que el “Éxito” y la “Felicidad” van de la mano de esta realidad del género humano.
¿Todos queremos ser exitosos y/o felices?; ¿Podemos ser realmente felices ayudando a construir la felicidad de los demás?
Definitivamente, SI.
Si concebimos el éxito y la felicidad como parte del viaje entonces no añoraremos llegar a ningún destino final; sino más bien en el aquí y ahora de nuestra existencia, descubriremos espacios, momentos, circunstancias y sobre todo personas que nos permitirán “Vivenciar” más que “Entender”; esos dos vocablos que a través de la historia parecieran mofarse del ser humano, al saberse tan cerca y ser incesantemente buscados en profundos y oscuros acantilados.
Como resumen, tal vez lo que emerge con razones valederas es la dimensión temporal y social de estas dos palabras “Éxito” y “Felicidad”, que en cualquier idioma se definen con facilidad; pero en el lenguaje existencial pareciera confundir hasta al más docto de los sabios.
Permíteme preguntarte y preguntarme: ¿Lo que hago diariamente me hace sentirme feliz?
Cualquiera sea tu respuesta, solo recuerda…
Emprende para ser feliz.