De adolescente me imaginaba estar inmerso en alguno de esos personajes famosos que dia a dia trabajan por el bienestar de la humanidad de múltiples formas; luego ya cerca de los treinta empecé a darme cuenta de que la forma de vida de nuestras sociedades deja poco espacio a los “Superman o Spiderman”; y que la incursión en el universo de los salvadores no es nada fácil, aunque sí posible.
En algún momento de mi vida de búsqueda, saltó a mi mente una frase que sigo recordando con mucho énfasis “Tener ideales es tener grandes razones para vivir”, hoy me alegro no haber perdido ese norte, porque aunque lo percibo con ligeras distinciones, la esencia de escudriñar a través de lo simple un halo de alta profundidad en esta frase, me ha servido de orientación y hoy atiende la estructura de este mensaje que a ser honesto, no pretende ser lecciones para nadie y más bien persigue recordarme a mí mismo lo importante de este contenido.
Vivimos en sociedades marcadas por una salvaje forma de vida, una clara amenaza a la humanización y un perfecto sistema que nos conduce a la autodestrucción, no solo de nuestros recursos sino y con mayor relevancia de nuestra propia esencia humana; es menester aclarar que no solo me refiero al estado capitalista en sí, sino también a las otras seudo etiquetadas formas de gobierno que en la práctica han profanado palabras como “Comunismo o socialismo” y que siguen siendo usadas en no pocos lugares del orbe para oprimir las masas, concentrar el poder y darle una connotación más clara a la irracionalidad humana.
Hasta donde recuerdo, la generación de mi abuelo, la de mis padres, la mía, la de mis hijos y mis nietos, algo así como 400 años de historia solo continúan representando modelos en las que impera un claro proceso de deshumanización que solo nos conducirá, más temprano que tarde a una hecatombe del ser humano.
Afortunadamente en medio de este universo desértico para los ideales y plagado de cizañas que como sofismas de distracción se han incrustado en nuestros ADN, aún coexisten miradas diferenciadas de miles de seres humanos que entienden y comprenden la importancia que emana de los sentimientos que van más allá de las aspiraciones de poder, la fama o el dinero impuestas hasta ahora las formas sociales de existencia humana; ¡Eureka¡ estamos hablando de personas comunes pero con la capacidad de discernir la profundidad de conceptualizaciones simples, como tener ideales y propósitos que superen la cotidianidad social ya conocida.
Me refiero a ciudadanos que continúan buscando alternativas que funjan como oasis en medio del desierto de nuestros ya gastados modelos sociales; estoy pensando en personas que como tú tienen la capacidad de trascender los sueños y las metas con miradas visionarias y comprender el valor por antonomasia de los propósitos como brújula de orientación de nuestras vidas.
Y es que ahora me atrevería a afirmar sin ninguna duda que “Tener propósitos es tener grandes razones para vivir”, y que quizá no haga falta una reingeniería mental para hacer introspección y posibilitar la máxima de que solo con propósitos que trascienden lo convencional y común de nuestra sociedad como valores principales; podemos ser sujetos activos y personajes centrales de una historia que aporte al proceso de transformación humana de nuestras sociedades.
Emprende para ser feliz.