Incorporado en nuestro lenguaje del idioma latín como el resultado de una acción religiosa por la orden de los sacerdotes católicos jesuitas, el vocablo misión empezó a insertarse en el mundo social, como una actividad de especial trascendencia para las instituciones, las empresas y los ciudadanos comunes.
Hoy día esta palabra de origen latino tiene su razón de ser en una designación específica a nivel gubernamental e institucional, pero también ha estado recobrando importancia en el ámbito empresarial y de los negocios; tanto que algunos emprendedores ejemplares nos llaman la atención sobre la relevancia de conservar nuestra mirada sobre la misión que deseamos cumplir a través de las acciones empresariales. “Mantente enfocado en tu misión”, nos recomienda Steve Jobs, como fruto de su gran experiencia en la creación del concepto de la gran manzana de Apple.
La misión entonces es la razón de ser de nuestro accionar por la vida y de la misma forma es el para qué y por qué, que descifra el código de nuestro enfoque empresarial. En la misión encontramos sentido de lo que hacemos y al mismo tiempo ella es el elemento que brinda soporte de sustentabilidad a un hecho empresarial.
Como cualquier ciudadano todo empresario tiene una misión, y la misma cobra sentido en la plena satisfacción del cliente; de lo cual deducimos que la dinámica empresarial se debe a quienes el desea servir a través de su misión.
Ahora bien, lo verdaderamente relevante es comprender que cualquier acto empresarial va más allá de lo mediáticamente económico y tiene su razón de ser en la creación de un sentimiento absoluto de bienestar, que no solo es físico sino que trasciende la condición psicológica de sentirse complacido y tenido en cuenta a través de un producto o un servicio.
Comúnmente se predica que la misión consiste en darle al cliente lo que él quiere; sin embargo permítame el descenso ya que en mi opinión se trata más bien de comprender la dinámica de sus intereses por encima incluso de sus satisfacciones personales, y brindarle experiencias con alto contenido de momentos felices, o lo que es lo mismo espacios inolvidables de felicidad.
Un ejemplo de esto nos comparte desde Santo Domingo-RD, Camelia Arrieche con sus obras de arte hecha manualidades, desde Córdoba-Argentina Gisela Moyano con su cadena de 5 panaderías y David Saavedra desde Lima-Perú, con su importadora de palta, transmitiéndonos la claridad de su misión enfocada día a día en hacer felices a sus clientes con productos y servicios pensados únicamente para ellos.
De esta forma, si estamos de acuerdo en que la misión del empresario pasa por recrear momentos felices a las personas a través de sus productos o servicios, asintamos que quien es capaz de propiciar esos espacios aunque sea diminutos, también debe tener claras directrices que enrumben flechados con dirección feliz.
Es difícil dar lo que por competencia no has adquirido dicen los entendidos. ¿Como transmitir paz si la violencia es el sello de tus acciones permanentes?, ¿Cómo brindar espacios felices a tus clientes si solo piensas en su dinero?
Definitivamente la congruencia entre lo que eres, piensas y haces le da una especial connotación al hecho emprendedor. Al tener como norte único la riqueza material se nos escapa de las manos el bienestar de nuestros clientes; y paradójicamente al tener clara la satisfacción integral del cliente y su verdadera felicidad, lo más seguro es que el aumento de riqueza sea una resultante lógica.
Es un punto que a menudo se presenta confuso pero que en sabias palabras de Gandhi tiene una relevancia imperativa. “La felicidad se logra cuando lo que sientes, piensas, dices y haces está en armonía”.
Mi experiencia en el tema de la satisfacción del cliente involucra miles de empresarios y negocios que he asesorado en Latinoamérica y me lleva a concluir con la mirada puesta en la misión como una especie de filosofía IKIGAI que debe orientar el acto emprendedor. Los japoneses viven con un sentido pleno de su razón definitiva de ser en este vocablo. IKI (razón) GAI (vivir) que expresa de forma muy simple su acontecer cotidiano.
Todo empresario al hacer suya la filosofía corporativa de los social como expresión de su actividad productiva, debe comprender que esta realidad cobra sentido integral en la generación de productos y servicios que no solo le generan beneficios y ventajas y lo hagan sentir provechoso en el sentido económico del término, sino y de mayor relevancia, lo hagan sentir pleno debido a sus vivencias y sentimientos de felicidad que es capaz de propiciar en sus clientes.
De esta forma la palabra misión continuara su recorrido heráldico, recobrando la importancia de su génesis y manteniéndose como acción trascendente y relevante pensada siempre en los demás
Permíteme preguntarte y preguntarme:
¿Tu misión considera claramente la felicidad de tus clientes?
Emprende para ser feliz